Tribuna de opinión

Rural inclusivo, rural vivo

Javier Blanco
Subdirector de relaciones con los Grupos de Desarrollo Rural de Adger
Javier Blanco, subdirector de relaciones con los Grupos de Desarrollo Rural de Adger

Son muchas las voces que alertan sobre la necesidad de establecer políticas de desarrollo rural que se orienten de forma principal a la generación de actividad económica. Poco a poco la España vaciada va ganando a ritmo de tsunami superficie territorial, y se ha convertido en un problema que supera en mucho a cuestiones puramente demográficas o de gestión del territorio. El abandono del medio supone cambios a peor de carácter medioambiental, de carácter económico o incluso en las relaciones sociales, destejiéndose redes de protección que en lo rural son más instintivas como puede ser el cuidado de nuestros mayores o la atención a la discapacidad, entre otros.

Si bien es cierto que la generación de empleo es el principal motor en las políticas de fijación de la población, no puede ni debe ser el único objetivo en la recuperación del medio rural.

El medio rural no debe dar la espalda a la atención a la discapacidad. Son muchos los retos en este ámbito y no estamos preparados para enfrentarnos solos como administración pública. No se trata en exclusiva de mejorar solo las condiciones en cuestión de barreras arquitectónicas y no se trata tampoco en exclusiva de establecer centros de atención a personas con discapacidad bien sean públicos o privados, sino de acercar los mismos a la población, creando sinergias entre los mismos y sus convecinos y se reduzcan por lo tanto las reservas sociales entre personas con discapacidad y el resto de la población. No se trata tampoco en exclusiva de invertir dinero público en mejorar el acceso al empleo con la creación de bolsas de trabajo específico para personas con discapacidad y mejorar las condiciones de los entornos laborales que favorezcan la completa inclusión. Se trata de todo eso sí, pero también de mucho más.

El entorno aún más hostil de las áreas rurales para la persona con discapacidad exige ahondar en la formación del mismo para su adaptación y sobre todo en la formación directa o indirecta a la población en general, de forma que se permitan superar las barreras sociales al tiempo que se eliminan las arquitectónicas.

La Xunta de Galicia, en concreto Agader, como órgano coordinador de las políticas de fijación poblacional lleva varios años trabajando en este objetivo, y una gran parte de los fondos estructurales de la Unión Europea al desarrollo rural (Feader) gestionados desde la misma a través de la medida Leader, son invertidos en proyectos orientados a mejorar las condiciones del medio en el ámbito de la discapacidad.

El reto debe de ser crear un entorno rural en el cual la gente no viva desde el conformismo, o acuda a él como un refugio ante la adversidad económica, sino que sea un lugar en el cual quiera y desee vivir, y para esto no pueden existir rémoras seas quien seas, provengas de donde provengas y tengas la dificultad que tengas. Un medio rural inclusivo siempre será un medio rural vivo, un medio rural sin facilidades para la inclusión está condenado a seguir sumando superficie vaciada.