La consecución de un título universitario resulta un hecho valiosísimo para mejorar la calidad de vida de las personas, dada su relevancia en la toma de decisiones económicas, políticas y sociales, su capacidad para aumentar las oportunidades de empleo y su contribución contra la exclusión social.
Aunque el número de estudiantes con discapacidad que se matriculan e n las universidades españolas está en aumento, su permanencia no está asegurada. El número de estudiantes con discapacidades reconocidas matriculados en las universidades en el curso 2020-2021 aumentó un 4,5%, con respecto a los matriculados en el año anterior. Sin embargo, la tasa de abandono en este colectivo sigue siendo elevada.
Esto sugiere la importancia en las políticas y prácticas universitarias que pueden determinar que los estudiantes terminen o abandonen sus estudios, lo que, a su vez, muestra la necesidad de implementar medidas que aseguren la finalización académica de estos estudiantes. Garantizar la admisión a la educación superior, aunque resulte necesaria, es insuficiente. Los esfuerzos deben centrarse en conocer mejor los procesos y acciones educativas a los que los estudiantes deben hacer frente.
En este sentido, la mayoría de las investigaciones realizadas hasta el momento concluyen que los estudiantes con discapacidad se tienen que enfrentar a una serie de barreras que dificultan su permanencia en la universidad y evidencian prácticas excluyentes. Los estudiantes identifican barreras tales como: falta de formación del profesorado, planes de estudio insuficientemente adaptados, materiales e infraestructuras inaccesibles.
Sin embargo, también se ha comprobado que existen factores personales y contextuales que pueden contribuir al éxito académico de los estudiantes con discapacidades. Algunos de ellos se basan en el apoyo familiar y social (amistades y compañeros y compañeras de clase), que facilitan sus experiencias académicas. Además, en la universidad, el personal administrativo y el profesorado son clave para el éxito, proporcionando apoyo y orientación a los estudiantes durante sus estudios, por lo que la comunidad universitaria debe ser consciente del papel tan importante que tiene en el éxito de todos los estudiantes, incluidos aquellos con discapacidades. Diseñar un entorno de aula donde se huya de la homogeneidad conlleva implicaciones didácticas y docentes relevantes dirigidas a mejorar la Accesibilidad Universal y el Diseño para Todos.
Aunque realizar ajustes es un paso imprescindible y un imperativo legal, la cuestión sobre la mejor forma de proporcionarlos y de qué manera los docentes los llevamos a cabo aún necesita más evidencias tanto en enseñanza presencial como asíncrona y a distancia.
En este contexto, cabe reconocer que las primeras experiencias son de gran importancia para la adaptación a la nueva etapa académica y para el transcurso de la misma. Las experiencias negativas en el proceso de transición pueden llevar al fracaso académico, al aislamiento e incluso al abandono de la universidad. Por lo que resulta fundamental que en los primeros momentos de la incorporación (proceso de matriculación, jornadas de bienvenidas, primeras semanas de clase, etc.) se fomente en los estudiantes un sentimiento de pertenencia y se difundan los canales de información y acompañamiento para que cualquier estudiante pueda superar las dificultades que vaya encontrando a través de los servicios y figuras de apoyo estudiantil destinados para todas y todos los estudiantes, con o sin discapacidad.