Accesibilidad a espacios culturales históricos, objetivo a cumplir

La accesibilidad es un tema crucial en la sociedad actual, ya que garantizar el acceso igualitario a los espacios públicos es fundamental para promover la inclusión y la igualdad de oportunidades. En el ámbito de los edificios culturales y aquellos declarados como bienes de patrimonio, la accesibilidad se convierte, en muchas ocasiones, en un desafío particular debido a la importancia histórica y arquitectónica de los bienes inmuebles que albergan espacios culturales. 

Por
Gema León Casero
Monasterio de San Jerónimo de Yuste (Cáceres). | Foto: Dolores Giraldez
Monasterio de San Jerónimo de Yuste (Cáceres). | Foto: Dolores Giraldez

Para lograr la accesibilidad es imprescindible llevar a cabo adaptaciones arquitectónicas que habitualmente consisten en la instalación de rampas de acceso, elevadores o pasamanos, y la eliminación de barreras arquitectónicas como escalones o desniveles pronunciados. Todas estas acciones facilitan el acceso de las personas con discapacidad física y movilidad reducida a los distintos espacios. 

En lo que se refiere a la accesibilidad a los edificios culturales y de patrimonio, Gonzalo Arjona, técnico de Accesibilidad y Vida Independiente de COCEMFE, asegura que “se ha conseguido mucho en estos años, pero, desde luego, no se ha llegado a los niveles satisfactorios que se esperaban.” En este sentido, José Peral López, arquitecto y miembro del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), afirma que “se han hecho avances en la accesibilidad física, pero poco en la cognitiva y sensorial”. 

Sin embargo, estos avances difieren según si el ámbito cultural es de carácter público o privado. Así lo advierte Arjona cuando apunta que “si bien las administraciones públicas han dado un paso importante para conseguir dicho objetivo, en el ámbito privado no podemos decir lo mismo y seguimos encontrando los mismos problemas que cuando la ley fue publicada”.  

Puestos a analizar las causas de la inacción en materia de accesibilidad, en primer lugar, no hay que olvidar que la legislación española en esta materia es imprecisa y, aunque es de obligado cumplimiento, las normas sobre accesibilidad no siempre se respetan. En este sentido, Arjona afirma que, en parte, este incumplimiento se debe a “la falta de información y al no cumplimento del régimen sancionador establecido en la propia Ley, que, hasta ahora, ha mantenido una actitud permisiva en estos aspectos”. 

José Peral apunta como varios y diversos los motivos que han provocado el incumplimiento de los plazos en materia de accesibilidad. “El más importante”, apunta, “es el desconocimiento real de qué significa accesibilidad universal”. Y es que, uno de los factores que explicarían esta falta de conocimiento es que la accesibilidad todavía no forma parte expresa de la mayoría de los programas de formación de las escuelas de Arquitectura e Ingeniería. Si bien, comienza a incluirse como asignatura en algunas de ellas, esto explicaría por qué muchos profesionales consideran intocable el Patrimonio Histórico-Artístico cuando se trata de incorporar medidas de accesibilidad, pero no discuten las posibles agresiones a las que se somete el bien cultural cuando hay que dotarlo de instalaciones destinadas a nuevos usos.  

A la hora de dotar de accesibilidad a los espacios culturales, cabe subrayar la necesidad de distinguir entre el patrimonio cultural y el patrimonio histórico. Respecto a los edificios de patrimonio cultural, Arjona apunta que “ha habido los mismos avances que en el resto de los bienes y servicios. Encontramos numerosos museos, teatros, espacios culturales, etc., que han hecho bien sus deberes y se consideran accesibles. Esto, sobre todo, en el ámbito público ya que, en el privado, como explicaba, va mucho más retrasado en estos aspectos”.  

“En el patrimonio histórico existe un debate entre hacerlo accesible o mantener su esencia histórica y cultural” 

En cuanto al patrimonio histórico, que son aquellos espacios culturales que se sitúan en edificios históricos, existe “un debate entre hacerlo accesible y mantener su esencia histórica y cultural. Es decir, cómo afrontar medidas de accesibilidad sin menoscabar el valor histórico, arquitectónico o cultural del bien”, apunta Arjona. Y añade que hay ejemplos que han conseguido “conjugar estos ámbitos como la Muralla de Ávila, el Monasterio del Escorial o el Monasterio de Yuste”, entre otros.  

Sin embargo, otros muchos edificios históricos que albergan espacios culturales no han acometido ninguna acción para mejorar su accesibilidad. En muchos de estos casos, las administraciones se escudan en la imposibilidad de llevar a cabo acciones de mejora de la accesibilidad sin menoscabar el valor arquitectónico y cultural del inmueble, lo que imposibilita a muchas personas con discapacidad poder acceder a estos espacios. Un ejemplo de ello es el Museo Sorolla de Madrid, situado en la que fuera la casa del pintor, cuyo edificio forma parte del patrimonio histórico español y se trata de un espacio cuya accesibilidad para personas con discapacidad y movilidad reducida es nula. 

Ante casos de este tipo, cabe señalar que, además, existen otros motivos para que no se lleven a cabo las actuaciones necesarias en materia de accesibilidad.  La falta de voluntad, pero, sobre todo, de fondos explican muchas veces el incumplimiento de la ley. Así lo afirma el técnico de Accesibilidad de COCEMFE, cuando arguye que estos casos responden a “falta de presupuesto para afrontar estas obras”, a lo que hay que sumar “la falta de la aplicación de un régimen de sanciones estricto”. Situación que, en los bienes culturales que dependen de las administraciones, “una cosa lleva a la otra” ya que, aclara Arjona, “la administración no asigna presupuesto y, además, es ella la que debe de proceder con estas sanciones, por lo que entramos en un callejón sin salida”, concluye. 

“Hace falta un cuerpo doctrinal que ayude a reflejar mejoras”

En este sentido, José Peral coincide en señalar que, efectivamente, existen casos en los que la falta de accesibilidad inherentes a las características arquitectónicas de ciertos edificios culturales, podrían subsanarse. En este sentido, Peral afirma que “igual que se ha ido adaptando la redacción de proyectos y las actuaciones a las distintas normativas, en el caso de la accesibilidad no se ha producido”, y añade que “hace falta un cuerpo doctrinal que ayude a reflejar mejoras”. 

La Accesibilidad Universal aplicada al Patrimonio histórico cultural supone unir dos disciplinas que, a menudo, resultan difíciles, pero no imposibles, de conjugar, lo que, plantea a la vez, un trabajo arduo para conseguirlo. A este respecto, Arjona asegura que “actualmente se está trabajando para poder unificar estas dos posturas” y se está elaborando el documento ‘UNE 41531:2018 IN Accesibilidad al Patrimonio Cultural Inmueble. Criterios generales y metodología’ que, “si bien no es un documento vinculante” según Arjona, “al menos se han sentado las bases y conjugado ambas posturas”, concluye. 

En los últimos años, las actuaciones llevadas a cabo para posibilitar la accesibilidad al Patrimonio Cultural han adquirido gran relevancia, aunque, como afirma Peral López, “no se han realizado” todas las actuaciones necesarias para que los bienes inmuebles de interés cultural sean accesibles. Pero queda patente que la accesibilidad no tiene por qué resultar una cuestión que atente sobre el monumento y este no debe ser impedimento para la accesibilidad.  

Parece que encontrar las soluciones a los problemas de accesibilidad de determinados espacios culturales radica, en palabras de José Peral, en “redundar en la conciencia necesaria a todos los niveles implicados”. Lo que podría explicarse como aunar diversos conocimientos, técnicas y disciplinas, además de voluntad y presupuesto. 

También te puede interesar