El reto de la coordinación sociosanitaria

Todo cambio supone un reto previo, una adaptación. La COVID-19 ha sonrojado al sistema desde muchos enfoques, pero ha focalizado especialmente las carencias existentes en el prisma sociosanitario, de ahí que se asegure que la pandemia ha provocado una crisis sanitaria y social. Esta circunstancia convierte a la coordinación sociosanitaria en un nuevo desafío que tiene que partir de la centralidad de la persona en el sistema de atención, de sus necesidades y de cómo evolucionan estas en el tiempo. Afrontar la correlación entre discapacidad, cronicidad y dependencia es el mayor reto del sistema de salud actual.

Por
María José García Pose
El 70% de la población desarrollará una enfermedad crónica, dependiencia y/o discapacidad lo que requiere una respuesta sociosanitaria adecuada. | Foto Katarzyna Bialasiewicz
El 70% de la población desarrollará una enfermedad crónica, dependiencia y/o discapacidad lo que requiere una respuesta sociosanitaria adecuada | Foto KatarzynaBialasiewicz

“El mundo es sociosanitario, es preciso que la manera de atender a las personas también lo sea”. Así de rotundas son las palabras de lsabel Donado, directora general de Fundación New Health y corredactora del Libro Blanco de Coordinación Sociosanitaria en España.

La sociedad evoluciona continuamente y el patrón epidemiológico actual ha cambiado. Afortunadamente tenemos mayor esperanza de vida, pero, por el contrario, somos una sociedad más envejecida y en nuestro horizonte no se atisba precisamente el rejuvenecimiento de la misma. Esta situación nos lleva a circunstancias como el aumento progresivo de las enfermedades crónicas y, por consiguiente, de la discapacidad y dependencia asociadas a las mismas.

Sin embargo, vivimos en un sistema sanitario enfocado a atender la enfermedad aguda, pero no la crónica, a pesar de que entre el 70 y 80% de la población fallece a consecuencia de esta última, “la mayoría afectados por situaciones de dependencia asociadas a dicha enfermedad y sin que tengan mayores apoyos más allá de alguna escasa ayuda económica en función de su grado de dependencia”. Ante esta realidad, se estima especialmente necesaria la implantación de una coordinación sociosanitaria real.

“La pandemia ha puesto de manifiesto las frágiles costuras que tiene nuestro Estado de Bienestar, acentuando la necesidad urgente de conseguir un modelo de coordinación sociosanitario efectivo, que evite duplicidades y contribuya a la sostenibilidad del sistema a través de respuestas coordinadas, integradas, colaborativas y complementarias, ajustadas a las necesidades de las personas”. Son palabras de la vicepresidenta de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE), Eva Pérez Bech, quien incide también en la importancia de la participación de las organizaciones en la cogobernanza de este sistema sanitario, “puesto que somos quienes representamos a las personas a las que van dirigidas estas políticas”.

“No desarrollar la atención sociosanitaria es un fracaso para la sociedad”

La coordinación sociosanitaria es un modelo de intervención que, mediante un conjunto de acciones de diverso tipo, ordena la actuación de los sistemas social y sanitario para que sea conjunta (ya que es complementaria) y ofrece una respuesta centrada en la persona. Una respuesta de calidad, integral y continua a las personas con necesidades sociosanitarias que no se ven cubiertas si los dos sistemas actúan de manera independiente y fragmentada.

“En este contexto, no fomentar el desarrollo de la atención sociosanitaria supondría programar un fracaso en la atención a la sociedad de este siglo”, sentencia Elena Elosegui médica responsable de la Unidad de Valoración de pacientes sociosanitarios del Hospital Universitario de Donosti.

La gran apuesta por este modelo “distinto” se basa en conquistar un territorio no explorado que, entre otros conceptos, desarrolle la prevención sociosanitaria. “En ese lugar, un nuevo traumatólogo, por ejemplo, incluirá en los criterios de indicación quirúrgica de prótesis de cadera, dónde vive esa persona y con quién, de cara a la ganancia funcional posterior; existirá personal especializado en enfermería que acudirá a revisar a un crónico domiciliario y al ver cómo se encuentra el domicilio, contactará con el o la trabajadora social y así realizaran una intervención conjunta”.

El camino

Una década después de la publicación del Libro Blanco en España, la coordinación sociosanitaria y la atención integrada siguen sin ser una realidad tangible y generalizada, más allá de impulsos programáticos, experiencias e iniciativas concretas con mayor grado de innovación y desarrollo dependiendo el territorio. “El concepto ha ido evolucionando hacia el paradigma de la ‘atención integrada’ donde lograr esa atención coordinada y conjunta de los sistemas es un fin y no un medio”, explica Donado. En este sentido, el proceso para llegar a esa meta puede ser diverso, desde el mero enlace, donde existe una coordinación técnica, donde cada sistema (sanitario y social) conserva su independencia y autonomía estableciendo estructuras, protocolos y mecanismos que posibilitan ese trabajo conjunto, hasta un proceso de integración, donde los sistemas llegan a ser uno solo. “Lo importante es lograr el resultado, comprender que para satisfacer las necesidades complejas de la sociedad del momento es preciso que la atención sea integrada; para el “cómo” hacerlo hay muchos modelos, programas, iniciativas y experiencias”.

"Hace falta una atención que también incorpore el sistema comunitario"

Así, la coordinación sociosanitaria es un vehículo para llegar a una atención integrada que satisfaga las necesidades reales de las personas en la actualidad. “Una atención que incorpora no solo a los sistemas sanitario y social, sino también al comunitario, entendiendo por tal a toda la sociedad civil, compuesta por las entidades del Tercer Sector que prestan servicios a las personas con necesidades sociosanitarias y a la propia ciudadanía que ha de estar implicada en los cuidados que los que más lo necesitan”.

Un Tercer Sector al que pertenecen entidades como COCEMFE que viene reclamando y subrayando la importancia de ese nuevo modelo social y de atención basado en la persona y sus derechos humanos; y que destierre el modelo médico rehabilitador que venimos conociendo. “La COVID-19 ha evidenciado todavía más la situación de mayor vulnerabilidad en la que nos encontramos las personas con discapacidad con respecto al resto de la población, y ha servido para poner de manifiesto la importancia que tiene la sociedad civil organizada para llegar a esos sitios en los que flojean las Administraciones públicas. Por tanto, se antoja fundamental que las organizaciones contemos con los suficientes apoyos y con una interlocución política permanente, para no dejar a nadie atrás”, argumenta Pérez Bech.

Cada vez vivimos más, un hecho valioso en sí mismo y un logro en nuestra sociedad. Ahora bien, este nuevo hito conlleva una mayor prevalencia de enfermedades crónicas causantes de discapacidad, dependencia y problemática social, circunstancias que junto con los cambios en las dinámicas familiares y sociales obliga a contar con una atención sociosanitaria robusta, porque a mayor complejidad de necesidades, mayor intensidad de una coordinación para una respuesta adecuada.  La experiencia nos dice que los cambios los provocamos las personas y que es la propia comunidad de personas, la ciudadanía, la que tiene una fuerza incomparable cuando trabaja por alcanzar un objetivo común. Por eso, mientras el sistema actúa, pongámonos en marcha, superando este debate social y colectivo para pasar de una vez a la acción y a la adopción de medidas que conduzcan a una nueva y necesaria cultura del cuidado y bienestar.

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